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LA FINA PIEL DEL ARQUITECTO

Muchas veces los arquitectos somos capaces de poner de vuelta y media a un compañero por la espalda y un poco a traición; pero cuando hay que dar un paso al frente y hablar con claridad tendemos a mordernos la lengua.

Nuestra disciplina se compone de una parte técnica y otra artística a partes iguales. Y, como siempre que se pone en juego esta segunda faceta, la sensibilidad está más a flor de piel. La sensibilidad para la creatividad y también para aceptar o recibir la crítica.

Si alguien ha sido mínimamente criticado en público pondrá el grito en el cielo. Bueno, si eres Rocío Monasterio igual no. Pasarás página con una sonrisa en la boca y a otra cosa haciendo lo que te dé la gana.

Sobre esta fina piel del arquitecto va el post de hoy ¿nos acompañas?

1. COHERENCIA Y VALORES

La crítica de arquitectura ha existido casi desde tiempos inmemoriales; pero, una cosa es que puntualmente se haya podido producir y otra es que sea algo habitual en nuestro mundillo. Estamos hablando de poder hablar con claridad, sin tapujos y argumentando a favor o en contra sin más miramientos que los de nuestra propia consciencia y sabiduría.

En realidad, nuestra labor como arquitectos es fácilmente criticable desde el momento en que estamos firmando algo tan complejo como un proyecto de arquitectura. Es prácticamente imposible no cometer fallos en algún punto del proyecto, y si alguien se pone a mirarlo con lupa los encontrará sin duda alguna. 

Además, siempre estamos expuestos al me gusta o no me gusta y, aunque sobre gustos sí hay mucho escrito, mucha gente sin reflexionar demasiado al respecto descalificará cualquier arquitectura que no encaje en su patrón estético. Que perfectamente puede ser el ir a tope con la balaustrada y la ventana con visillos. Si no ve algo de esto en una casa ya todo es demasiado moderno. Eso sí, se monta en su coche ultramoderno y tiene un móvil última generación. Diseño actual para todo menos para la arquitectura.

La autoría única de un proceso tan laborioso, y expuesto a mil variables, como es la elaboración del proyecto y su construcción, nos deja en una posición muy incierta e inestable.  Sobre este exceso de responsabilidad del arquitecto ya hemos hablado por aquí.

Por cierto, el tema de la autoría y todo lo que ello conlleva da para entrar de lleno en otro post que no tardará en llegar.

En cualquier caso lo que nosotros proponemos es hablar con naturalidad sobre un proyecto, viendo los pros y los contras. Por contra, al mínimo comentario cuestionando al arquitecto estrella de turno, parece que lo único que podemos obtener como respuesta es la peineta de Gehry.

Foto: M. Rojas

Criticar a Calatrava es sencillo, sus proyectos suelen hacer aguas, son formalmente exagerados, él está en Suiza y es difícil de imaginar que te venga a pedir explicaciones.

La realidad es que hay muchos Calatravas por el mundo (ver aquí): arquitectos que se encargan de dejar su huella sin que les importe demasiado lo que puedan aportar por el bien de la humanidad. La singularidad formal es ley y salir en las revistas es cuestión, muchas veces, de ver quién la tiene más grande. Una pena, pero por desgracia hay mucho de esto en determinados arquitectos. 

Cada vez más despropósitos vestidos de verde para colarlos como arquitectura sostenible, cuando sólo son reflejo de una sociedad enferma que hace la ola al espectáculo. Por ejemplo este proyecto de Oxo architectes. (El problema es que es uno de tantos).

Normalmente son proyectos llenos de fuegos de artificio, sin demasiado interés pero que se han colado en el concurso de turno. De esto no se libra casi nadie y vemos cómo el ego de algunos arquitectos —por poner un ejemplo citamos a Nouvel— empaña gran parte de su propia obra.

En este sentido, los concursos de arquitectura, más allá de su propia y dudosa lógica de funcionamiento, muchas veces nos dejan ejemplos muy pobres de arquitectura. Políticos con demasiadas ganas de tener su juguete resplandeciente la han ido liando parda durante estos años.

Manos de homo sapiens de hace 9.000 años en una cueva de Santa Cruz, Argentina. Por aquel entonces también quisieron dejar su huella.

Otros critican la arquitectura espectáculo, así en general o, en el mejor de los casos, se busca una cabeza de turco como Alejandro Aravena. Nuevamente, alguien lo suficientemente lejano, en todos los sentidos, para que se enfade demasiado por lo que se hable de él.

De hecho, ni en algo tan llamativo como la última etapa de Norman Foster se levantan demasiadas voces contra él. En el caso de su último proyecto ganador en Bilbao existía un tufillo desagradable ya desde el propio concurso; y el proyecto en sí no se sostiene demasiado, por mucho que lo quieran vestir de sostenible e incluso contextual. Habla de que será un puente entre el pasado y el futuro; mucho bla bla bla para cautivar a los políticos de turno y seducir a la prensa no especializada. La realidad es que nos ha vuelto a colar un truño de primera y tan campante.

Foster y  la maqueta de la ampliación del Bellas Artes de Bilbao. Su proyecto se llamará Agravitas. Foto Luis Tejido

2. YO ME CALLO, TÚ TE CALLAS… Y NADIE DICE LO QUE TOCA.

Los arquitectos, las revistas y blogs de arquitectura y los medios generalistas, salvo excepciones, no parece que seamos demasiado confrontativos. Nosotros mismos, seguramente, podríamos ser mucho más claros con proyectos que claman al cielo, pero preferimos centrarnos en hablar de proyectos que nos gustan y que no nos traerán problemas.

Por suerte, en Twitter suele haber más de una voz que sí hila fino y dice lo que tiene que decir. Acceder aquí al hilo de  Ekain Jiménez Valencia @ekain_arq

Por otro lado, también es cierto que, aunque este post sobre crítica de arquitectura ha sido uno de los más vistos este mismo año, nosotros no nos consideramos especialmente dotados para ello.

Creemos que somos más habilidosos intentando radiografiar la realidad del oficio de la arquitectura o en temas como Identidad digital o productividad. 

Oro tema que no podemos olvidar es que hablando en positivo de determinados proyectos hacemos crítica de arquitectura igualmente. Rescatar los buenos ejemplos (ver aquí) es una forma de poner en valor lo que sí aporta sin centrarnos en lo negativo.

Pero una cosa no quita la otra y no nos importa asumir la parte de culpa que podamos tener en todo este asunto.

En nuestro mundillo arquitectónico también hay una clara tradición de deber favores. Muchos de los arquitectos que han ido firmando proyectos más o menos interesantes en estos últimos 30 años, en la mayoría de los casos, han estado ligados a la docencia de arquitectura. Ahí ya entramos en palabras mayores. Si un decano, catedrático o profesor bien situado ha firmado un proyecto mediocre, muchos otros profesores mirarán para otro lado porque seguramente estarán pendientes de dar o recibir algún favor para que la vida académica de la universidad de turno siga su curso tranquilo.

Evidentemente, generalizar así tiene sus punto de injusticia y muchos profesores/arquitectos se sentirán, con razón, criticados injustamente. Pues eso… sólo estamos hablando de cosas que pasan a veces y en determinados contextos, pero que hacen que la crítica de arquitectura se vea seriamente dañada.

3. CONFUNDIR EL TODO POR LA PARTE

Tendemos a pensar que si se critica una parte se critica el todo; es decir, si nosotros vemos que el último proyecto de “pon aquí tu arquitet@ preferid@” es más flojo de lo habitual, sólo estamos diciendo esto; sin embargo, muchos darán por hecho que estamos criticando toda su trayectoria profesional e incluso a su propia persona. Tendemos a llevar  todo a lo personal y, muchas veces, solo es un comentario profesional.

Por poner un ejemplo claro: pensamos que varios proyectos de B.I.G son artefactos caídos del cielo y que tienen mucho más de marketing que de buena arquitectura. Pero decir esto no implica que pensemos que Bjarke Ingels  sea un mal arquitecto; más bien todo lo contrario, pensamos que otros muchos de sus proyectos (por ejemplo este) son muy buenos y, más allá de su clara tendencia a la seducción, su discurso tiene interés y vale la pena escucharle con atención (ver aquí).

Este fenómeno de confundir la parte con el todo es un sesgo cognitivo (ver aquí) que también funciona cuando criticamos un sólo aspecto del proyecto. 

Quizás solo estemos hablando de que la entrada del proyecto es confusa y no se entiende bien, e inmediatamente estamos pensando que el proyecto no se sostiene. En un mismo proyecto casi siempre hay luces y sombras y no siempre son culpa o acierto único del arquitecto firmante.

Con todo ello, desde Stepienybarno, pensamos que debiéramos normalizar el hecho de criticar a arquitectos contemporáneos y no sólo a los que están ya muertos, son muy escandalosos o están muy lejos.

De hecho los arquitectos tendemos a maquillar la realidad y pintarla de rosa. Esta actitud se ve claramente cuando, sin ningún tipo de pudor, se encarga un reportaje fotográfico en el que se eliminarán desde chorretones hasta placas solares que afeen la foto. Se buscan reportajes asépticos, en los que la obra parezca perfecta y si puede ser sin personas mejor que mejor.

Por contra, nos parece mucho más interesante ver la arquitectura tal cual es, con sus ocupantes en activo, con los problemas que pueda generar y asumiendo que puede haber una farola en la entrada que nos fastidie la foto y no pasa nada. Pero con la farola en la imagen aprendemos todos y ver arquitectura real es más necesario que nunca.

También conviene contar el proceso de la obra y hablar de las dificultades que nos encontramos como arquitectos. Desde ahí se puede generar empatía y aprendizaje.

Pero claro, estamos hablando de que en estos tiempos de Instagram, donde tardamos menos de 30 segundos en “ver” un proyecto esto no es lo que se lleva.

En realidad todo va de la mano y esta arquitectura de postal no es otra cosa que una caricia al ego del arquitecto de turno que quiere seguir acumulando más likes.

En cualquier caso, somos conscientes de que este post peca de generalizar demasiado y  puede que más de un@ se moleste. Es evidente que hay casos en los que también se cantan las verdades del barquero de manera más o menos explícita en nuestro mundillo arquitectónico.

Pantallazo de un tuit de Jaume Prat

En Stepienybarno nos preocupa la facilidad con la que esta sociedad crea héroes con pies de barro. En demasiadas ocasiones el miedo o la apatía nos hace permanecer en un cómodo pero improductivo silencio.

Mientras tanto los gurús del buen rollo y la positividad nos dirán que no tengamos miedo a fallar, que fracasemos para aprender mientras él está forrado de pasta y que nosotros y nuestra maravillosa alma rebelde seremos capaces de todo si nos lo propones con suficiente fuerza.

Así que, entre una cosa y otra, seguimos maquillando la realidad, soñando con los mundos de yupi, mientras nuestro día a día no tiene nada que ver con esta ficción que nos contamos y que contamos a todos por las cada vez más ruidosas y subjetivas redes sociales.

Autores del post: Stepienybarno _ Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó


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