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Blog de STEPIEN Y BARNO – publicación digital sobre arquitectura
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EL PRESIDENTE DE LOS ARQUITECTOS

jordi ludevid CSCAE stepienybarno

¿Tienen los arquitectos presidente?  ¿tienen varios presidentes? o ¿los presidentes que hay lo son solo de algunos arquitectos? Éstas son algunas preguntas que nos hacemos de vez en cuando.

El tema de los Colegios de arquitectos no es la primera vez que lo hablamos en este blog y siempre resulta un asunto, cuando menos, peliagudo.

Así que, sobre estos berenjenales va la entrada de hoy. ¿Quién se apunta al lío?

En realidad este texto iba a tratar sobre una reunión que tuvimos hace unos días, junto a otros compañeros de la red, con el presidente del CSCAE; pero, hemos pensado que, casi mejor centramos un poco el tema para ir calentando motores.

Se oye, a menudo, decir que los Colegios de arquitectos no sirven para nada, que están anclados en el pasado y que el visado es una vergüenza. Tales afirmaciones, por sí solas, no aportan gran cosa, aunque, es cierto que  ponen el dedo en la llaga de temas importantes y que, quizás, si no los enfocamos de una manera tan radical podemos sacar algo en claro de todo ello.

Lo primero que nos gustaría recordar es de dónde vienen los Colegios. Al contrario de lo que muchos piensan no son agrupaciones de profesionales que nacen para defender la profesión o, en nuestro caso, a la propia arquitectura.  Estas instituciones surgen cuando el Estado español  “inventa” los visados y alguien se tiene que encargar de que aquello estuviera medianamente controlado. De esta forma, con el visado como eje central de sus planteamientos, aparecen los Colegios, entidades privadas que realizan un servicio público.

En el caso que nos incumbe, los colegios de arquitectos han venido realizado, con mayor o menor acierto, esta labor durante muchos años. Sobre cómo lo han hecho, se podría hablar largo y tendido, pero, hoy, preferimos centrarnos en aspectos más actuales.

Creemos que, en muchos casos, tenemos la imagen de los colegios de arquitectos en función del colegio al que pertenecemos. Por ejemplo, nuestra visión de los colegios es bastante positiva, en parte, porque el COAVN es un colegio con una cuota más accesible que la de otros, tiene una economía bastante saneada para los tiempos que corren (no recordamos ninguna derrama), han hecho multitud de cursos, la biblioteca es excelente, son educados y tienen un buen servicio de asesoramiento técnico.

Todo esto, seguramente no lo pueden decir la mayoría de los colegiados de España pues, es cierto que, muchos Colegios  no han sido gestionados como debieran.  A ello, hay que sumar que los colegiados, en general, nos hemos desentendido bastante de los mismos. Muchos años de burbuja, en los que fastidiaba tener que pagar la cuota y otro tanto por cada proyecto, pero como las cuentas, más o menos, salían se miraba para delante sin demasiada reflexión al respecto.

También, hay que ser consciente de quién ha “financiado” los colegios. La mayoría de los metros cuadrados visados durante estos años han tenido una calidad arquitectónica cuando menos dudosa y han sido proyectados por unos cuantos arquitectos serviles al  sector inmobiliario. Este pequeño porcentaje de arquitectos es el que mantenía en pie estas instituciones, por lo que desde las mismas, se hacía la vista gorda a muchas barbaries urbanísticas cometidas. Ahora mismo, sin ir más lejos, con EuroVegas parece repetirse la historia. Silencio a cambio de rellenar las arcas. Pero, como decimos, posicionarse en materia arquitectónica, muy a nuestro pesar, no parece que fuera el cometido de los colegios.

Otra pregunta es ¿qué ocurrirá con ellos en los próximos años? pase lo que pase con la LSP y evolucione como evolucione Bolonia, los Colegios, como tales, tienen un futuro más bien negro.

Si no hay casi visados, ni, seguramente, los habrá en los próximos años, por mucho que adelgacen sus plantillas, tarde o temprano se irá rompiendo el plato bonito (si no se ha roto ya). Por lo tanto, o se presentan nuevas estrategias de evolución o mal plan.

Llegado este punto, aparece el tema central de toda esta historia: ¿a quién representan los colegios y cómo se comunican con la sociedad?

Respecto a la primera pregunta, creemos que hay que ser claros, un arquitecto no colegiado a día de hoy, poco o nada puede exigir a un Colegio de arquitectos. Sin embargo, lo que un Colegio debería aportar a un arquitecto no colegiado debiera ser lo suficiente para que le entren ganas de pertenecer a él. La única solución  para estas instituciones es hacerse, realmente, útiles para el colectivo y desde ahí, quizás, sí que tendrán alguna opción.

A su vez, los colegiados que no ejercen la profesión de manera convencional no se sienten para nada representados en los colegios. A todos ellos hay que sumar, por desgracia, más de un cincuenta por ciento de arquitectos que, aun estando colegiados, prácticamente no visan. ¿Qué les da el colegio a todos ellos?

Entendemos que los colegios deberán aprender a llegar a toda esta masa de arquitectos colegiados cada vez más diversa.

Sin embargo, vemos varios problemas de partida: demasiados reinos de taifas en los que muchos decanos se han dejado seducir por el poder, en vez, de por la vocación de servicio. Organizaciones arcaicas, lentas y de difícil reciclaje. Y, por último, una nula capacidad de comunicación con sus propios colegiados y con la sociedad, en general.

Vivimos en nueva era digital, y no aprovechar el potencial de la red y las nuevas tecnologías es lo más caro (no solo en sentido económico) que puede haber.  Sin embargo, si vemos quiénes son los decanos de los Colegios de arquitectos, que no dejan de ser arquitectos de una generación muy concreta con una forma de entender la arquitectura y la sociedad muy alejada de la que podamos tener muchos los jóvenes arquitectos, el tema no presenta fácil solución. Aun así, no queda otra que buscar soluciones de compromiso y acercamiento.

Esta visión, un tanto pesimista, se traslada, igualmente, cuando hablamos del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España. El presidente del mismo no es el presidente de los arquitectos, sino que es el presidente de los arquitectos colegiados y, seguramente, solo una parte de ellos se sienten realmente representados por él.

Aun así, percibimos, desde hace tiempo, un cambio en esta institución, una puerta abierta que da motivos para tener esperanza. Algo tan sencillo (y complicado, a la vez) como manejar bien una cuenta de twitter del Consejo (@Cscae) es un buen paso al frente. Pero, vamos a dejarlo aquí pues ya han salido demasiados temas.

Ahora,  como siempre, quedamos a la espera de saber cuál es vuestra visión de la jugada.

Si te gustó la entrada quizás te interese:

¿CUÁL ES EL FUTURO DE LOS COLEGIOS DE ARQUITECTOS? aquí.

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Autores de la entrada: Stepienybarno

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7 COMENTARIOS
  1. Francisco Camino

    Necesitamos una nueva «organización profesional» que atienda las diversas necesidades de los arquitectos del siglo 21. Una organización que atienda la diversidad de nuestras necesidades y la diversidad en la forma de «ser arquitectos».
    Una organización deslocalizada, suministradora de servicios, organizada en red. Nuevas formas geométricas…menos pirámides y más redes.
    Os dejo mis reflexiones hace más de cuatro años, tras el Congreso de Valencia…. No las suscribo en este momento al 100%, pero creo que en una gran parte están muy vigentes, mucho más que lo que escucho cuatro años después a los palaciegos candidatos.
    http://www.cscae.com/congresodearquitectos2009/images/stories/conclusiones_er2.pdf

  2. :)iego Carreño

    Estimados amigos, creo que en general todos más o menos coincidimos en la diagnosis del problema -o problemas-, sin embargo el tono que percibo es fundamentalmente pesimista, sobre todo en las palabras de Javier Ricardo. Permitidme que os anime a seguir intentando el cambio.

    Algunos me conocéis, pero para los que no, os comento que llevo años trabajando en una asociación de carácter voluntario -la asociación de Arquitectos (aA)- y ni ganas faltan ni presupuesto sobra. Hay mucha diferencia entre trabajar desde fuera de la estructura colegial que desde dentro… para empezar el trato con las diferentes administraciones, contar con gente dedicada permanentemente, etc… si matamos al perro de los Colegios para que se acabe la rabia, tendremos que inventar nuevas estructuras que puedan representar a los profesionales ¿cómo podría si no la administración de sanidad acordar las coberturas de los profesionales? -es sólo un ejemplo-. Javier Ricardo, y el resto: no tiréis la toalla; Stepenybarno son un ejemplo de que los Colegios no son necesarios para muchas cosas; pero hay un límite a partir del cual los necesitamos y son necesarios ¿tal y como son ahora? Seguro que no, pero no podemos lavarnos las manos, porque si no vendrá otro y se llevará el ascua a su sardina.

    PS Una puntualización al artículo; el presidente del CSCAE es de acuerdo a la estructura actual el presidente, no de los colegiados, solo de los Colegios… otro motivo más para intentar el cambio.

    Saludos.

    http://www.eleccionescscae2013.com

  3. Federico García Barba

    Tal y como está hoy la situación del sector de la construcción en España, y desde la aparición de la Ley de Visado Obligatorio, hace ya dos años, los Colegios de Arquitectos están en una crisis profundísima.
    El amago de vaciar nuestras competencias y tareas con ese proyecto de Ley de Servicios Profesionales que ha circulado por ahí es ya la puntilla con la que algunos nos quieren exterminar en aras de una competición profesional sin garantías.
    Porque la cuestión es si de lo que se trata es de que las competencias las ejerzan libremente aquellos que tienen los conocimientos reales o de que las ejerzan aquellos que lo hagan más barato. En el primer caso, parecería que se busca la calidad, en el segundo, lo que se pretende es una eficacia económica mal entendida y reñida con lo anterior. Y es que cuando peligra la seguridad de las personas, su comodidad, la capacidad técnica y los valores culturales que representan a una sociedad, esa tarea no se pueden ejercer sin control ni sin garantías de que se haga por aquellos que tienen la mayor experiencia y capacidad acreditada.
    ¿Como se defiende eso? Desde luego, ejerciendo una labor pedagógica y de argumentación difícil y constante; organizándose para ello y así se ha venido haciendo desde el conjunto de esas instituciones vetustas que representan los colegios profesionales. En los últimos tiempos, el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos ha ejercido esa función de coordinación y defensa colectiva a pesar de las grandes dificultades que padecemos. Es de las pocas instituciones con las que contamos para garantizar una opinión colectiva de los arquitectos en España.
    La Ley de Visado Obligatorio ha tratado de eliminar esa forma de control necesaria y que se venía ejerciendo de una manera cada vez más difusa. Ha sido la puntilla para destruir nuestras organizaciones, ejercido por los ideólogos de un desde un economicismo nefasto. Con ello estamos abocados a una reforma en profundidad de nuestra representación colectiva. Hay que elevar la exigencia de calidad en el ejercicio de la profesión en vez de buscar la desaparición de la forma de controlarla.
    Pero es que alguna institución tiene que existir para que defienda los intereses comunes de los distintos grupos en que se ha bifurcado la forma de trabajar de los arquitectos. No es lo mismo trabajar para la administración, que asalariado en una empresa o como freelance. No es igual estar interesado en la planificación urbanística, la rehabilitación de edificios, la promoción inmobiliaria o el asesoramiento tecnológico.
    Todas estas distintas variantes deben de contar con órganos representativos y aglutinados en una organización colectiva. Como existen en otros países en los que los profesionales se integran voluntariamente en agrupaciones que trabajan por ellos.
    Y, aquí está el quid de la cuestión, unas instituciones representativas de los profesionales deben ser voluntarias. Y, que exista el interés en pertenecer a ellas porque no solo ejercen la defensa corporativa sino que también ofrecen servicios valiosos y eficientes. Los colegios han seguido también ofreciendo algunos de estos servicios con enormes dificultades económicas (como información, formación y difusión cultural). Pero es que necesitamos más servicios especializados, no menos, en un entorno cada vez más complejo. Esto también tiene que cambiar radicalmente porque las bases económicas sobre las que se sustentaban han cambiado o han desaparecido.
    Sigo creyendo por todo ello, que seguimos necesitando colegios, sindicatos o lo que convenga, para poder contar con influencia y servicios, aspectos que precisamos y precisaremos cada vez más en el futuro. La cuestión de cómo se llamen me preocupa menos.

  4. Javier Ricardo Simón Niño

    Hace escasamente un año un grupo de arquitectos propusimos en nuestro Colegio hacer del mismo el lugar en el que poder realizar la necesaria deconstrucción profesional, la catarsis, que nos permitiera tratar de resurgir como profesión reforzando los aspectos que nos han hecho históricamente precisos ante la sociedad e incorporando nuevas ópticas y herramientas que conectasen con los problemas globales de un mundo frágil, cada vez más pequeño en sus distancias pero más grande en sus desigualdades. Creíamos firmemente que el ámbito colegial podía ser el adecuado para establecer un diálogo sincero con la sociedad, trascendiendo su carácter gremial para recuperar la perdida y olvidada función social de la Arquitectura, a la vez que permitir la puesta en valor de la figura del arquitecto de proximidad, cercano a los diferentes grupos sociales, conocedor de las peculiaridades históricas, sociales, económicas y culturales de su entorno humano.
    Hace un año fuimos muchos los arquitectos que en Aragón propusimos estrategias para , desde nuestro colegio, detectar, agitar y catalizar los diferentes debates profesionales, arquitectónicos y urbanísticos. Estrategias que se encaminaban tanto a recuperar nuestra presencia social y recuperar el favor de nuestros conciudadanos como a defender nuestros derechos como colectivo y a fomentar nuestra mejora profesional.
    Ha pasado un año y no sólo es que todo aquel esfuerzo de mis compañeros haya quedado en el olvido, es que la situación es cláramente peor. Los colegios simplemente tratan de sobrevivir y no sabemos para qué ¿Qué se pretende con la supervivencia? ¿Facilitar el visado?¿No despedir al personal contratado? ¿En que me beneficia a mi el visado? ¿Financia el visado mi formación contínua?¿Financia la defensa de mis intereses, los de mis compañeros, los de la Arquitectura? ¿Puede llegar de nuevo el visado a financiar esta defensa?¿Que pasa con el resto de colegios que también visan proyectos?¿Qué financio realmente con mis cuotas?.
    Yo solo veo como dos opciones: una empresa de visado que generaría beneficios o pérdidas como lo puede hacer cualquier empresa a lo largo del tiempo; o una asociación profesional, un sindicato, (o varios) sin ánimo de lucro que nos agrupe exclusivamente para defender nuestros derechos, nuestro ejercicio profesional, nuestras reivindicaciones, nuestra concepción del ejercicio de la Arquitectura. Ambas opciones tienen sus riesgos, sus ventajas, sus contradicciones. Yo no quiero una empresa,si la quisiera fundaría la mía en el campo de la producción que me gustara. El visado no me importa y como está concebido no me aporta nada, ni en ninguno de los documentos en que todavía se requiere ni en mi quehacer profesional: es un trámite burocrático más, que se pretende perpetuar con el caramelo de disminución de plazos en la concesión de licencia, con el adjetivo de «calidad» ¿acaso cesarán las deficiencias constructivas por ese visado?¿acaso desaparecieron con las entidades de control?.
    Hace un año habría luchado por una nueva organización profesional a partir de la base y experiencia de los colegios. Hoy ya no creo en ellos, en parte porque ellos me han quitado hasta las excusas para creer, y opino que es preciso empezar de cero. Hace un año creía que cada vez iban a ser más los compañeros que alzaran su voz contra la situación en que se encuentra la profesión, y sinembargo la LSP aparece y aquí nadie dice ni hace nada. El colectivo profesional está pasándolo mal pero no nos unimos decididamente, ni dentro ni fuera de los colegios, para rebelarnos contra esta situación. ¿Cobardía?¿Inconsciencia? ¿Miedo a perder prebendas que alguno pudiera conservar?.
    El caso es que por quien más lo siento es por el personal que trabaja en los colegios, por aquellos que cada vez que acudes tratan de resolverte con amabilidad y rapidez los problemas y dudas de gestiones que, en el fondo de tu pensamiento, sabes que no aportan nada; personas cuyo futuro laboral es cada vez más incierto y que dependen de ti para conservar su puesto de trabajo.

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