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Blog de STEPIEN Y BARNO – publicación digital sobre arquitectura
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STEPIENYBARNO charlan con MARIA JESÚS MUÑOZ

MARIA JESUS MUÑOZ _ STEPIENYBARNO _ 350 FINAL

Hoy tenemos el placer de presentar la entrevista que pudimos realizar, en exclusiva, a María Jesús Muñoz. Como veréis, se trata de una arquitecta con una interesante trayectoria profesional y en la entrevista nos da una panorámica de cómo ella entiende el mundo de la educación en las escuelas de arquitectura y la sostenibilidad.

Desde aquí, nuevamente, agradecerle la atención y gentileza que mostró desde un principio con Stepienybarno. Esperamos que la entrevista sea de vuestro agrado. Ya nos contareis.

– ¿De dónde vino tu interés por la arquitectura? ¿Por qué quisiste estudiar esta carrera?

Todo tiene su origen en el instituto. Tuve un profesor de dibujo, Emilio Barnechea, que nos hablaba de la arquitectura de una manera misteriosa y mágica. Supo dejar algunas preguntas en la atmósfera. Recuerdo una práctica de dibujo técnico sobre la arquitectura gótica en la que comentó que en esas arquitecturas, de muros gordos y anchos, fundamentalmente el espacio era lo que quedaba entre el interior y el exterior. Aquello me sorprendió tanto que despertó en mí un interés especial.

Por otro lado, mi padre era gran admirador de la arquitectura y cuando paseábamos nos gustaba mucho ir observando y  comentándola. Además, me resultaba muy atractiva la idea tradicional de reunir en una misma disciplina cuestiones tecnológicas, científicas y artísticas.

– Una vez dentro del periodo de la escuela, ¿cuáles son los mejores recuerdos que te vienen a la mente?

No hace mucho que he rememorado esta cuestión con algunos compañeros. Creo que la escuela era un lugar estupendo para la controversia, a veces excesiva, por ciertos fundamentalismos que contaminaban el pensamiento y discurso de la arquitectura, fundamentalismos ideológicos, políticos… pero fue el encuentro con esa vitalidad efervescente, con ese espacio social, lo que me resultaba tan apasionante. Además en esa época, coincidieron en Madrid personalidades tan poderosas como Sáez de Oíza, Fullaondo, Carvajal,… todos de fuerte carácter y pasión por la arquitectura, independientemente de sus puntos de vista, resultaban muy atractivas.

– La relación entre los  alumnos ¿cómo la definirías?

Mi época estudiantil estaba marcada por un condicionamiento de género muy fuerte, a la vez que,  por unas claves de individualismo y competitividad muy poco operativas.

Recuerdo ese solape especialmente hostil; sin embargo, siempre encontrabas un grupo de amigos con los que disfrutar de la vida y de la arquitectura.

– ¿cómo se relacionaban los alumnos con los profesores?

En ese momento se reproducían entre los estudiantes los mismos esquemas de liderazgo y enfrentamientos que se daban entre las “camarillas” de profesores. Se transmitía ese enfrentamiento, que creo que estaba muy radicalizado. Era una época difícil para separar o situar en lugares diferentes el trato humano, con el  pensamiento político y arquitectónico. Como decía, había estudiantes que reproducían esos esquemas planteados por los profesores. Hubo compañeros  con los que se llegaba  incluso a discutir por defender la postura de uno u otro profesor. Aquello era vital y apasionante; una controversia muy interesante la verdad.

– ¿Esos principios los ves relacionado, directamente, con el sistema didáctico de la época?

Creo que en aquella época no había grandes pedagogos. Había pasión por transmitir algo. Creo que solo había una persona que era capaz de situar la arquitectura en la universidad, marcando su relación con la cultura y con la pedagogía del proyecto y ese era Fullaondo.

La gran mayoría de profesores tenían unas estrategias con las que fabricaban sus proyectos y se limitaban a ejemplarizar lo que había que hacer mostrando su propia obra, pero no sabían como formar aplicando una didáctica que permitiera desarrollar una metodología del proyecto propia. Fullaondo creo que era el más consciente de que se debía elaborar una estrategia en la que el alumno desarrollase una capacidad crítica. Había que situar al arquitecto en formación dentro de un contexto, para poder trabajar después sobre cierta metodología proyectual.

1. jorge oteiza fullaondo cementerio  MARIA JESUS MUÑOZ _ STEPIENYBARNO _ 500

Concurso Cementerio de San Sebastián, 1985.

En colaboración con Jorge Oteiza, Enrique Herrada, Marta Maíz y Juan Daniel Fullaondo.

– Y eso se trasladó a la vida profesional y a tu colaboración con él.

(Risas) Si, tuvo una continuidad insospechada. No fue nada premeditado. Era uno de los profesores más controvertidos y, a muchos de nosotros, nos interesó todo lo que él traía. En un momento dado, me brindó la oportunidad de realizar dos concursos. El primero era una pequeña colaboración con Oteiza, Fullaondo y dos arquitectos más, Enrique Herrada y Marta Maíz, compañeros de carrera, se trataba de un concurso para el cementerio de San Sebastián.

A partir de ahí, me propuso trabajar en el concurso para el Palacio de Congresos de Granada y lo simultaneé con el proyecto de fin de carrera, que en ese momento lo estaba realizando en Madrid.

Pero claro, el hecho de ganar el concurso ya marcó el destino de esa colaboración.

– Después de aquello, dentro del ámbito profesional, seguisteis trabajando juntos…

Si, creo que con Fullaondo en total estuve trabajando cerca de dos años. Hicimos muchos concursos en aquella época y  alguna que otra obra. A partir de ahí me emancipé e inicié una trayectoria en muchas direcciones. Realizaba por una parte proyectos propios, organizaba equipos eventuales, para abarcar concursos de grandes dimensiones y colaboré como freelance con diversos estudios de arquitectura, que era entonces cuando empezaban a aparecer distintas formas de colaboración.

Ahora las cosas han cambiado mucho, pero entonces, acababas la carrera y eras tú con tus circunstancias, los arquitectos no establecían muchas colaboraciones eventuales. Poco a poco, se han ido desarrollando nuevas formas de asociación, pudiéndose establecer distintos roles y niveles de trabajo.

2.  MARIA JESUS MUÑOZ _ STEPIENYBARNO _ 500

Concurso Palacio de Congresos de Granada 1985-1986.

En colaboración con Juan Daniel Fullaondo  _ Primer premio.

3.  MARIA JESUS MUÑOZ _ STEPIENYBARNO _ 500

Palacio de Congresos de Granada 1985-1986.

En colaboración con Juan Daniel Fullaondo

– Dentro de la complejidad que supone colaborar con otras personas ¿cómo ves ese trabajo en diferentes equipos?

Para el trabajo del arquitecto ser capaz de tener cierta flexibilidad a la hora de organizar/participar en equipos pequeños o grandes creo que es una actitud necesaria. Poder implicarte a diferentes escalas proyectuales me parece muy interesante y eso sólo lo puedes hacer si eres capaz de asociarte. En mi caso, he vivido experiencias de todo tipo, muchas de ellas exitosas y satisfactorias, pero en resumen podría decir que nunca conseguí fijar mi actividad bajo el modelo de relación estable del estudio tradicional. He intentado todos los modelos y es dificilísimo. Creo que no tenemos habilidades para producir o diseñar colaborativamente. Además, depende de la edad, en el proceso del proyecto, se va implicando un tipo de emoción y la parte emocional en estos procesos creativos es muy poderosa.

He tenido grandes encuentros, con Fullaondo, por ejemplo, siendo uno de los personajes más difíciles que he conocido en mi vida, intelectualmente  fue de los más productivos. En el proceso de desarrollo proyectual era un gran miembro del equipo y nos entendimos muy bien. Para mí, esta experiencia representa el ejemplo de cómo escribir a medias una novela. Él ponía parte de un argumento (dibujaba algo) y yo inventaba cosas desde esa línea argumental, sin cambiarla, tratando de explotarla al máximo, sabiendo que estábamos construyendo una historia juntos.

– Y de ahí pasaste a colaborar  con otro arquitecto, Alfredo Villanueva del grupo AUIA…

Si, y nada más comenzar la colaboración ganamos otro concurso en Oviedo. Es fascinante!, cuando ese entendimiento se produce, todo se potencia, los talentos de unos y otros. Pero, eso es algo que en toda mi vida profesional habrá pasado dos o tres veces.

Lo más frecuente es que se pacten los roles muy anticipadamente, ritualizando el proceso de trabajo, en la mayoría de los casos, en exceso. Por otro lado tenemos que tener en cuenta  que, aunque se acepten las opiniones de los otros, el que finalmente toma las decisiones tiene que ser una persona. No creo que se pueda hacer arquitectura por votación. Se pueden intentar procesos democráticos, pero alguien tiene que asumir ciertas decisiones en toda la “i-lógica” proyectual. La inexperiencia, de trabajar colaborativamente, con la que nos incorporamos al ejercicio profesional es tan brutal, que en estas asociaciones eventuales también se han producido pérdidas no deseadas amistades, equipos y sociedades… Recuerdo que fue bastante difícil sobrevivir a tres meses de trabajo y tensiones creativas en el concurso para el Euskalduna de Bilbao. Son vivencias que  dejan marcas inolvidables, aunque, luego, la vida te da distancia para disfrutarlo de otra forma.

– Y Duncan Lewis ¿cómo apareció?

Esto fue otra coincidencia. Era uno de los personajes invitados al Primer Congreso de Arquitectura y Sostenibilidad que hubo en la escuela de Madrid en el año 2004 y fue en aquellas jornadas de trabajo cuando nos conocimos. Hubo mucho entendimiento y empatía mutua. Por entonces, él estaba realizando un proyecto para Valencia y empecé a colaborar con él facilitándole el tema de gestiones y demás. A partir de ahí, decidimos montar un proyecto experimental con su equipo en Francia y con otro que organicé en Madrid. Queríamos ver la posibilidad real de intentar ganar algún concurso, pero también queríamos experimentar en el intercambio del proceso proyectual.

Esa es una aventura con otro personaje, que desde mi punto de vista es apasionante.

4. MARIA JESUS MUÑOZ _ STEPIENYBARNO _ 500

Arco 86 _ Stand del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid _ primer premio

– Si pasamos al ámbito docente, ¿podrías contarnos cuáles son tus estrategias pedagógicas principales?

Mis estrategias pedagógicas tienen mucho que ver con ciertos convencimientos personales.

He ido madurando algo que inicié intuitivamente con el grupo de estudiantes en el taller de la universidad. Me gusta que los alumnos sepan que trabajo con ellos como lo hago en el estudio, compartiendo el conocimiento y creando  una atmósfera de confianza.

Todas esas cuestiones que trabajaba de manera muy intuitiva, poco a poco, las estoy formalizando y resulta que están coincidiendo con una demanda europea, internacional… hay que reordenar la  forma que tenemos de relacionarnos. Lo que intento es hacerlo cada vez más conscientemente y buscar herramientas pedagógicas que sean eficaces. Al menos, ejemplarizar alguna práctica que tenga resultado positivo. Si los estudiantes tienen alguna experiencia con resultado positivo haciendo el trabajo en colaboración, intentarán en el futuro mejorar ese tipo de experiencia y repetirla, ya que uno siempre intenta repetir lo que sale bien.

– En tu opinión ¿cómo influye en la escuela la época de conocimiento e información en la que vivimos?

Creo que es un cambio enorme. Cuando nosotros estábamos en la escuela en Madrid, hace ya más de 30 años,  prácticamente la única información era oral. En la biblioteca había pocos libros y de aquellos los más interesantes los tenían los profesores en su estudio, con lo cual estaba casi vacía. No había intercambio con el exterior, no había conferenciantes. Bueno, Fullaondo nos traía alguna revista, alguna noticia sobre algún concurso que había habido en  París y cosas así.  Ahora, hay un exceso de información que también tapa los oídos a las personas.

Me parece importante trabajar con este nuevo acontecimiento dentro de la pedagogía. Creo que trabajar la idea del proyecto vinculado a la investigación es una buena manera de afrontar el problema.

– De tantos árboles que hay, no se puede ver el bosque…

También, como pedagoga, es muy importante asumir que ni los estudiantes ni el profesor van a poder acceder a toda la información, pero sí a realizar una selección crítica. Por eso, siempre trabajamos iniciando la aventura del proyecto desde la investigación donde los referentes que tomamos van haciéndose cada vez más complejos.

De esa forma, cuando vas terminando la carrera tienes que ser capaz de manejar diferentes niveles y campos de investigación, tantos como los que vas a manejar en la vida real, referentes tecnológicos, culturales, sociológicos, antropológicos… tienes que tener bajo tu punto de vista muchas capas de información y ser capaz de tejerlas en un proyecto de arquitectura.

Eso hay que trabajarlo con naturalidad desde el principio. En mi época, había un miedo feroz a copiar, un exceso de confianza en la autoría.

El hecho de poder demostrar que eras autor único, que no habías mirado a nadie y que aquella solución te la habías sacado de la chistera, daba valor a tu proyecto. Intento romper con eso por completo porque estoy en contra de esa preconcepción de cómo tienen que ser el proceso creativo y creo que el proceso proyectual no tienen que ver con ese tipo de originalidad.

– Y la escuela ¿sigue siendo un lugar de controversia?

Me parece que ahora mismo, la escuela de Madrid, está reelaborando sus formas de convivencia y se busca hacer florecer otra vez esa controversia.

Muchos de los que estamos como docentes en la escuela hemos vivido también ese espacio apasionante de hacer transparentes los problemas. Ha habido una época baja en la que cada uno estaba en su cubículo, se había roto el espacio social y ahora se están buscando esos espacios para volverlos a construir. La cuestión es que tenemos que cambiar radicalmente, desde cómo se manifiesta la personalidad de las personas que más piensan, hasta la forma de asumir los liderazgos. Todo eso ha cambiado tanto que todavía no se acaba de encajar bien. Se está redefiniendo toda la escuela pero creo que será algo  distinto.

– ¿Qué futuro auguras a la Escuela de arquitectura?

La oportunidad nos viene dada por el guión, hay un compromiso y una obligación a redefinir el plan de estudios en el que muchos estamos implicados y preocupados. Es el momento para no dejar cosas por expresar, hacer o debatir independientemente de que todo no se pueda conseguir.

Ahora, es el momento de trazar bien algunas líneas para un futuro más o menos prometedor. Por un lado esta Bolonia, pero también hay cambios en las formas de relación social que nos cuestiona como personas y profesionales y que nos interroga sobre nuestras tradiciones y vínculos. Yo entiendo Bolonia como parte del proyecto europeo, que con mayor o menor éxito, está empujando a examinar en cada nación y a cada disciplina la tradición y adaptación a los nuevos tiempos. El campo de la enseñanza de la arquitectura es el que menos se había examinado, a lo mejor porque es un proceso más lento, pero tarde o temprano había que hacerlo. Quizás por eso la escuela esté tan viva. Los estudiantes están trabajando muchísimo en el plan de estudios, de manera muy consciente, asumiendo su lugar como estudiante, pero con su voz.

5. Fernando prats MARIA JESUS MUÑOZ _ STEPIENYBARNO _ 500

Propuesta para la rehabilitación integral de Matalascañas _ Doñana-Huelva, 1999.

En colaboración con Fernando Prats.

– Tiene que ver con el concepto de Bateson de Aprender a aprender…

A lo mejor son cosas un poco diferentes, porque el aprender a aprender del que habla Bateson, forma a ese estudiante que luego va a poder iniciar la universidad, este modelo pedagógico debería ser previo, en primaria o secundaria. Incluso antes, la familia debe constituir la base de la aptitud de estar en el mundo como un ser creativo. Desde ese concepto y evolucionándolo dentro de la universidad, siendo este un tercer estadio en el proceso del desarrollo cognitivo, el alumno pasa a ser un estudiante que aprende a ser y a producir cultura.

– Entonces hace falta un trabajo mucho más profundo que el de las propias universidades, no?

Para mí, el paso previo es sacarles de esa actitud dócil, poco autónoma y poco consciente de su potencia. Las primeras ejercitaciones son para situar al estudiante en un nuevo marco y que pase a ser activo y propositito. Cosa que no se ha  cultivado en el colegio, allí se ha cultivado a la persona que piensa en claves de eficacia, se imposta una vida de adultos con una construcción del mundo que no puede ser es la suya. Ni siquiera, les han dado la oportunidad de explorar qué mundo es el que quieren construir ellos mismos. Siempre pienso que si no partiéramos de este cero/cero del que parten los estudiantes, en la universidad podríamos llegar mucho más lejos en la formación. Las posibilidades que les podríamos brindar a los estudiantes serían más complejas.

– Hay que zarandearles un poco para resituarles, pero también es importante romper las barreras entre las disciplinas, que eso es algo que tu intentas en clase…

En la arquitectura confluyen gran variedad de aspectos que hay que cultivar como el  arte, la literatura, la música,… es muy importante cultivar la sensibilidad y propiciar el acontecimiento de una relectura del campo emocional de los estudiantes.

Soy responsable de que los estudiantes adquieran ciertas habilidades, pero no me precipito, en el desarrollo cognitivo hay de otras habilidades que creo que son tan importantes como las gráficas.  La actitud con la que enfrenta uno las problemáticas (arquitectónicas, gráficas…) que presenta a los estudiantes tiene que ser creativa y ha de estar vinculada a un cultivo de la sensibilidad en múltiples direcciones.  En ese sentido, personalizo bastante la formación para dejar que emerjan campos paralelos donde el estudiante está más desarrollado. Es una cuestión compleja, pero al final siempre acaban dibujando mejor, aunque en el proceso parezca que se den más rodeos a través de actividades que tienen que ver con la música o el arte, o la danza.

– Parece que tus clases tienen una estructura muy definida, que sabes muy bien cuál quieres que sea el proceso…

He ido depurando el método. ¿Qué puede hacer un profesor como yo en un sitio como este? También hay que contar que tenemos unos medios limitadísimos. He ido filtrando el proceso de aprendizaje y ha ido cambiando en función de como percibo las dificultades o carencias. Estructuro bastante la dinámica de las clases y quizás lo que ocurre es que la práctica es una consecuencia de haber conseguido un contexto de trabajo con la atmósfera y adecuada a la situación de la persona en ese espacio del aula. La atmósfera de trabajo en el aula me preocupa mucho, hay que propiciar un estado de concentración en un ambiente descreído y escéptico en estos procesos formativos complejos. Estoy muy atenta a lo que sucede dentro del aula, pero también a lo que sucede fuera en la ciudad. Entrar en la universidad es también situar a la persona en la sociedad. Los cursos están programados y dejan de estarlo en función de los acontecimientos culturales que pasan en la ciudad. Ello puede provocar un cambio en las actividades y contenidos pero no del proceso que va atravesando el alumno, que siempre es parecido. Un ser que se va integrando en un grupo, que va conociendo al otro y a su vez el mundo. Va situando la arquitectura desde los preconceptos. Los discursos, actividades… hacen un itinerario desde esos conceptos que me parecen vitales, para que si acaso ya existen dentro del lenguaje de la persona, se vuelvan a redefinir para la arquitectura y la actividad del arquitecto.

– ¿Qué papel juegan los viajes que organizas para conseguirlo?

Todos sabemos que en los viajes aprendes.

Pero hace unos años, cuando cambió el plan de estudios, al ser una estructura cuatrimestral, la organización de proyectos era muy diferente y por alguna razón decidieron no llevar de viaje a los alumnos de primero.

Así que empezaron a demandármelo a mí. Me pareció un terror estar con un montón de estudiantes todo el día en plan guía turística, por lo que empecé a considerar el viaje como un proceso de iniciación a proyectos. De modo que, preparamos el viaje. Planteamos todo un itinerario con lo que tendremos que hacer, cosas de las que hablar, actividades y encuentros a realizar durante esos días juntos. Eso me ha ido desvelando que en el proceso de un viaje se decantan ciertas cuestiones del aprendizaje, tanto desde el punto de vista gráfico como proyectual. Por lo que he ido de viaje con alumnos de primero y también de doctorado.

Hice una programación de unos cursos de doctorado un tanto ajena a lo que se hace en la Escuela de Madrid habitualmente, en la que había una parte proyectual que vinculaba la arquitectura y el arte. Allí también hicimos viajes para proponer proyectos seudo arquitectónicos en los que aprendí muchas cosas que luego he llevado a la práctica con los estudiantes de primero. El viaje intensifica las cosas, hay personas que en el encuentro con la realidad desarrollan una actitud muy importante. Por ejemplo, el modo cómo se relaciona un arquitecto con su medioambiente, con la ciudad. Al final, es una oportunidad más que no te da el aula para establecer vínculos propios con herramientas propias. A parte de lo que se socializa, luego a nivel individual también hay muchas ganancias.

– En ese encuentro con la realidad ¿crees que desde la escuela se podría ayudar para que el alumno sea consciente de la trastienda del proyecto? Es decir que, los estudiantes se planteen por qué ese proyecto del arquitecto de moda acaba construyéndose (o no); política, certificados…

Contaré un tipo de ejercicio que realizábamos hace dos años. Se trataba de iniciarles, tras cuatro meses de dibujo, en un proceso de investigación y producción más proyectual. Empezaban investigando una figura ejemplar como Pollock y debían estudiar su comportamiento, manera de producir, de usar los materiales, de cómo se mueve en el espacio… Con los datos de la experiencia práctica tenían que hacer una ficha, a modo de receta, para que cualquiera pudiera desarrollar mediante ese proceso una obra, como la de referencia. Finalmente debían hacer una valoración de lo que habían creado. Un presupuesto de la ejecución material y del precio de venta. Con esto aluciné. No podían comparar su trabajo, unas horas de pintar, preparar materiales… absolutamente con nada. Creo que solo hubo una alumna que se preocupó en investigar cuánto valía un cuadro de Pollock, darse cuenta de la importancia del tamaño del lienzo, los materiales… por lo que razonando desde la experiencia, pudo llegar a un precio más o menos real para la obra hecha por ella. Otro ejemplo que sería casi de iniciación para conocer los entresijos de un proceso proyectual, es hacerles crear una obra a escala 1:1. Aunque también, creo que no se deben de forzar las cosas, como docentes hay que estar atentos a la oportunidad de implicarles en procesos para que esos hechos se produzcan.

– Y dentro de tu proceso de investigación ¿Cómo aparece el tema de la sostenibilidad en tu vida?

Cuando empiezas a comprometerte un poco y a realizar una investigación más profunda en el asunto de la sostenibilidad, te das cuenta de que hay una lógica en ella que pertenece a algo que ya tenías incorporado en tu lógica personal. Hubo un encargo de hacer un ensayo para el libro La casa. Evolución del espacio doméstico en España (2006), dirigido por Beatriz Blasco catedrática de Historia del Arte y redactado fundamentalmente por historiadores. Era un proyecto muy ambicioso, ya que nunca se había estudiado en España la casa, desde el punto de vista de la evolución de las costumbres y de como éstas transforman los espacios domésticos. La directora quería incluir un último capítulo para describir los planteamientos más recientes. Yo les propuse abordar el tema desde el punto de vista de la sostenibilidad, creo que es el gran compromiso de este siglo. Aunque, en ese momento, yo no era especialista en sostenibilidad, me pareció que era el momento de investigar y tratar de reunir una información suficientemente plural y amplia sobre lo qué estaba pasando en la arquitectura. El capítulo se tituló La casa que viene. Entre los pliegues del proyecto de ciudad contemporánea.

6.  MARIA JESUS MUÑOZ _ STEPIENYBARNO _ 500

Concurso de ideas Casa de las Artes de Cadiz en colaboración con Duncan Lewis

Scape Architecture, Sergio Castillo y Elena Larru, 2004

– Así que asumiste el reto…

Sí. Aquello fijó mucho más mi interés sobre esos temas, además coincidió con un trabajo que estaba desarrollando con Duncan Lewis. Fue una oportunidad muy buena de probar  estrategias desde la arquitectura hacia la sostenibilidad y a su vez trabajar en la teoría. El siguiente paso fue aplicarlo a la pedagogía, donde llevo años trabajando sobre qué contenidos y cómo incorporarlos en la iniciación del proyecto de arquitectura. Por otro lado, lo último que estoy investigando desde el punto de vista de fundamentación teórica y organización de las prácticas, es el diseño colaborativo como otra de las herramientas vitales de la sostenibilidad.

El comportamiento productivo tiene que ver con, cómo somos socialmente, cómo nos agrupamos,… por lo que en estos momentos trabajo en diseñar prácticas concretas para mejorar, habilidades que no son nuevas pero que están organizadas de manera diferente.

-¿Crees que  el tema de la sostenibilidad se tiene en cuenta dentro de las escuelas de arquitectura de una manera acertada?

Creo que hay grupos muy activos en ese sentido y que dentro de la escuela hay personas trabajando con tesón en esta línea. Y aunque desde fuera de la universidad también se perjudica diciendo que es una moda y algo pasajero, la información de las noticias, periódicos… va calando y va haciendo que otros estén intentando atender a esa problemática, cada uno a su manera. Estos dos últimos años en colaboración con Margarita de Luxan he impartido en la Escuela un taller experimental de primer curso titulado Sostenibilidad en Arquitectura.

– ¿Cómo enfrentas a la sostenibilidad  todo lo que se entiende como arquitectura icónica?

Desde el punto de vista pedagógico, no hay que darle valor al resultado final.

Lo más importante es cuidar el proceso que entre el primer dibujo y el último que realiza un estudiante haya un mejoramiento cognoscitivo, que también tenga que ver con la técnica, el uso de los materiales etc. Además como profesora en la iniciación de proyectos creo que hay que atender a que el estudiante realice un estudio/investigación de proyecto interesante y bien documentado, más que al resultado icónico formal.

Si el proceso ha sido bueno, no hay nada que sea ofensivo en las formas en la que se plantee. La clave está sobre todo en fijarnos en los procesos de producción.

– No es fácil puesto que vivimos en una sociedad icónica, revistas de arquitectura…

Claro, a mi la clave, en lo que a la pedagogía se refiere, me la ha dado el trabajo que os comentaba sobre Pollock.

Ese trabajo lo había hecho otras veces, pero no sabía como solventar el que todos los estudiantes creían que les pedía un resultado final Pollock. Y como no entendían nada sobre qué era un Pollock, simplemente intentaban imitarlo con resultados horrorosos. Hasta que a través de este asunto de la sostenibilidad y de la madurez como profesora, comprendí que debíamos hacerlo atendiendo a la re-creación del proceso de producción, a la construcción, a la manipulación de materiales de distintas densidades. El objetivo es que el objeto fuera de calidad, que el proceso fuera lo más profesional posible consiguiendo así Pollocks verdaderamente interesantes.  Lo icónico será de calidad, con una persona cultivada, con referencias, sensible… todas las referencias se filtran en el proceso de creación de las formas. Es importante que lo formal no esté en el primer plano, pero que esté cultivado. El  problema es que pocas veces es así. Pocos arquitectos tienen muy cultivada su sensibilidad y dar forma a algo es al igual que una gran misión un gran compromiso.

-¿Cómo se traslada toda esta complejidad al “mundo real”?

Hay una construcción social de los lugares en los que entra todo, es otra de las situaciones de lo complejo.

Hay que tener mucha habilidad, pero también hay que dar con el constructor y promotor adecuados… Aunque, también es cierto lo que decía Heidegger sobre la noción de Cultura como cuidar de…, que transciende lo icónico y eso lo percibe el usuario. Esa iconicidad resulta  menos relevante si detrás hay alguien que pone en práctica lo que podríamos llamar cuidar del usuario. Este cuidado es el que conduce  al éxito del proceso de apropiación de los usuarios. Recuerdo una ocasión, realizamos un vestuario en un pueblo pequeño, donde la frase más popular era: “eso no hace falta,.. total lo van a romper”, daban por hecho que los comportamientos vandálicos son insensibles y que no perciben el cuidado con el que se ha diseñado un espacio pero yo estoy convencida de lo contrario, que son hipersensibles al mal trato, por lo que pensé que si lo hacíamos bien y con cariño, cuidando la elección del material, los colores, la luz etc. lo notarían y que así seguirían nuestro ejemplo y lo cuidarían. Así ha sido.  No hace falta ser un erudito para el disfrute sensible.

– ¿Qué podemos hacer para que la sociedad demande de alguna forma una arquitectura más sensible, un poco más humana?

Estoy convencida de que eso está cambiando. Hablábamos de que la construcción de los lugares debe ser algo social. Así que cuantos más miembros heterogéneos cultivados participen en la construcción, mejor desarrollado estará ese lugar. No es una cuestión que esté literalmente en nuestras manos. Obviamente nosotros debemos estar  por delante en la investigación sobre cómo se pueden hacer las cosas de otra forma. Estar preparados para cuando se necesite nuestra intervención, invertir energía en cultivarnos, pero no en  hacer algo para que nos lo demanden. A su vez, debemos tener una fuerte participación en lo social y no ejercer la profesión desde un lugar aislado.

– Y ya para terminar, ¿expectativas de futuro?

Me gustaría rematar algunas cuestiones que he tratado de escribir en torno a la pedagogía. Algo que me ha costado mucho concretar con la palabra y que con la práctica más o menos he ido haciendo. Quiero dejar eso perfilado para  poder hacer otros ejercicios críticos, analíticos de la propia arquitectura. Estoy muy volcada en el trabajo docente pero me gustaría incorporar más temas de investigación, no tanto de la arquitectura que se produce, sino de otras herramientas proyectuales. De todas formas, cuando empiezo a tener algo comprendido necesito abrir otros registros, pasar de un escenario a otro, por lo que me gustaría ladear un poco la pedagogía y dedicarme a lo profesional que ahora demanda mi atención.

MARIA JESUS MUÑOZ _ STEPIENYBARNO _ 350

* María Jesús Muñoz

Arquitecta, Doctora, profesora Titular del Departamento de Ideación Gráfica Arquitectónica de la Universidad Politécnica de Madrid.

* Autores de la Entrevista: Stepienybarno

* La entrevista ha sido editada con la ayuda de Uxua Dombás.

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* Este artículo ha sido escrito con carácter divulgativo y sin ningún tipo de ánimo de lucro. Así que si te apetece compartirlo en cualquier otro medio, estaremos encantados de que lo hagas siempre y cuando cites el lugar donde lo has encontrado.

* Stepienybarno está formado por Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó y desde mayo del 2009 estamos en la red con  la presente publicación digital (Blog) de arquitectura.

Nuestra actividad se sustenta en tres pilares básicos: la investigación, la publicación y la redacción de proyectos de arquitectura.

A su vez, somos socios cofundadores de SINERGIA SOSTENIBLE y redactores de LA CIUDAD VIVA.

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