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Blog de STEPIEN Y BARNO – publicación digital sobre arquitectura
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GUÍA RÁPIDA DE NEUROARQUITECTURA  / neurociencia + arquitectura

Desde hace un tiempo se oye cada vez más la palabra neurociencia. Parece que la ciencia se está poniendo las pilas para entender cómo funciona nuestro cerebro y, en este sentido, las nuevas posibilidades son más que significativas.

Del mismo modo otras disciplinas como el marketing están muy atentas e intentan llevar estos avances a su propio terreno de juego; de ahí nace el neuromarketing.

¿Y qué pasa si trasladamos este concepto a nuestro particular mundillo arquitectónico? El post de hoy va sobre la relación que encontramos entre arquitectura y neurociencia y, de hecho, es la primera parte de una serie de tres artículos que hemos escrito sobre este tema tan apasionante.

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El concepto de neuroarquitectura es relativamente reciente y rastreando la red podemos encontrar información pero parece que todavía nos encontramos en una etapa más bien embrionaria. Aun así en Stepienybarno nos picó la curiosidad y decidimos aprender un poco más sobre el tema. En este artículo vamos a intentar traducir lo que hemos ido leyendo y nuestras reflexiones al respecto.

No hay que olvidar que la propia neurociencia avanza a gran velocidad y, además, nos va dando cada vez más alegrías. Por ejemplo, no hace mucho se pensaba que las neuronas y las conexiones neuronales van desapareciendo poco a poco en la edad adulta sin vuelta atrás pero ahora sabemos que —incluso cuando se tiene mucha juventud acumulada— cada vez que salimos de nuestra zona de confort y actuamos desde la pasión y la empatía, las conexiones aumentan.

La neuroplasticidad de nuestro cerebro es casi ilimitada; se podría decir que el cerebro es un órgano inconcluso y que a mayor dinamismo cerebral, más posibilidades de todo tipo. Los circuitos cerebrales se pueden ir refinando con el tiempo; lo cual, es una gran noticia.

Así, ahora se ha demostrado que, en determinadas circunstancias, nacen nuevas neuronas (neurogénesis). De hecho, lo que ocurre en nuestro cerebro no sólo afecta a nuestras emociones y pensamientos, sino que incluso puede cambiar, en cierta manera, la propia estructura de nuestro ADN (epigenética).

Estamos hablando de un hecho tremendamente importante y saber si los espacios arquitectónicos destinados al talento pueden ayudar a que todo ello funcione mejor, bien vale la pena.

Los espacios que fomentan la creatividad han de tener unas características concretas, tal como comenta Cristina Sáez:

“(…) La altura del techo también nos afecta. En el 2007, John Meyers-Levy, un profesor de marketing de la Universidad de Minnesota, colocó a cien voluntarios en una sala que tenía tres metros de altura; y a otras 100 personas en una sala con un techo de 2,40 m. Entonces, les pidió que clasificaran una serie de deportes por categorías que ellos debían escoger. Meyers-Levy comprobó que aquellos que estaban en la sala con el techo más alto habían llegado a clasificaciones más abstractas y creativas, mientras que los del techo más bajo optaron por criterios más concretos. Quizás este tipo de techos son muy adecuados para un quirófano, en que el cirujano debe concentrarse bien en los detalles, mientras que techos altos puede que sean más apropiados para talleres de artistas o escuelas.”(1)

En cualquier caso, aunque el experimento pueda resultar interesante, no deja de ser cierto que los resultados, o la conclusión, son demasiado obvios para quienes nos dedicamos al hermoso arte de crear espacios.

Lo mismo ocurre cuando desde la neurociencia se demuestra que dar clase en espacios amplios y con grandes ventanales, que dejen pasar una adecuada luz natural, favorece la concentración. Todo termina siendo demasiado evidente; sin embargo, quizás tampoco sería posible pedir más a un estudio científico de este tipo.

Es obvio que si se hace un proyecto para el taller de un artista su necesidad creativa nos hará pensar inmediatamente en un espacio con una escala y un tono muy diferente de otro tipo de construcción.

A su vez, si hablamos de espacios de trabajo dedicados a oficinas donde se da rienda suelta a la creatividad, hemos de afinar mucho respecto a lo que nos puede aportar la NeuroArquitecura. La calidad y cualidad de esos espacios son determinantes para la vida de las personas que los habitan.

En cualquier caso, lo que nos aporta la NeuroArquitecura es algo así como corroborar los caminos trazados, pero la arquitectura responde a una complejidad tan grande que, difícilmente, se podrá medir con criterios objetivos (por mucho que la ciencia se empeñe en querer que todo esté bien mesurado y demostrado). Seguramente, más allá de que nos apoyemos en la neuroarquitectura o no, siempre vamos a necesitar un amplio margen de maniobra para actuar como arquitectos, incluso más allá de la propia razón.

Con todo, quizás se esté abriendo un nuevo campo de acción para l@s arquitect@s. De hecho, navegando un poco, ya podemos ver varias propuestas que ofrecen este planteamiento como valor diferencial . ¿Un ejemplo? En la web de la empresa Lableni, podemos leer:

“(…) Para ello se hará uso de las últimas tecnologías de medición del comportamiento y la neurociencia para generar indicadores que permitan cuantificar el impacto de un espacio arquitectónico y las últimas tecnologías inmersivas para poder presentar virtualmente los diseños a validar.

Se desarrollarán soluciones tecnológicas que consigan aumentar el efecto esperado a través de soluciones de estimulación sensorial (paredes proyectivas, ventanas aumentadas, suelos interactivos…).

En este campo el grupo Labhuman ha incorporado a varios investigadores y profesores de la escuela de Arquitectura y Construcción de la Universidad Politécnica de Valencia que coordinarán esta línea de acción junto a nuestro personal experto en medición de la respuesta neuro-comportamental”.

Podemos optar por pensar que estos conceptos son memeces y que, si la buena arquitectura lo es realmente, ya los tiene en cuenta sin tanta cháchara, o podemos pensar que la neuroarquitectura, realmente, aporta un plus a lo que siempre hemos llamado arquitectura.

Mientras tanto, otros ya se están poniendo las pilas e incluso, desde principios de este siglo,  existe la academia para el estudio de la neuroarquitectura (ver aquí).

De hecho, incluso algunos colegios de arquitectos están mostrando interés en el tema, como el Colegio Oficial de Arquitectos de Catalunya (COAC) en su colaboración con la experta en biología del hábitat  Elisabet Silvestre.

De nosotros depende seguir mirando a la neuroarquitectura por encima del hombro o echarle un ojo y ver si algo de todo esto es interesante para nuestra labor como arquitectos.

De todas formas, la arquitectura es una disciplina demasiado rica y compleja para diseccionarla y medirla científicamente.

Por poner un ejemplo, no hace mucho que Santiago de Molina, en uno de sus post, nos hablaba del maravilloso patio circular que se esconde en La casa de Andrea Mantegna. Una vez que se traspasa la austera fachada, en  el interior de la aparentemente descafeinada construcción, aparece un curioso patio que pudo haber sido diseñado por el mismísimo Alberti. Este lugar, como todos los buenos patios, acota el espacio y salva la distancia entre el cielo y la tierra. Pero no lo hace de cualquier manera, el autor del blog Múltiples Estrategias de arquitectura, nos cuenta que “A pesar de ese patio circular de una planta de altura, más arriba se recompone la geometría del cuadrado externo y se produce uno de esos ecos que en arquitectura acaban siendo tan sobresalientes, porque hablan del tiempo y aluden a la memoria del habitante en su recorrido.” (2)

Es decir, el recorte del cielo no es circular, sino cuadrado. Y esto, para los amantes de la arquitectura puede ser una especie de orgasmo arquitectónico, mientras para otras muchas personas, sólo una curiosidad más o, incluso, una pérdida de tiempo.

En un ejemplo como este, y en otros muchos, poco parece que pueda hacer la neuroarquitectura para ayudar a la propia arquitectura a dilucidar lo que es bueno o malo. Mucho menos lo que es bueno o malo para nuestra salud mental y física.

La casa de Andrea Mantegna.

© franceschinik

En fin, que este maridaje entre arquitectura y neurociencia no ha hecho más que empezar, tal como incide el director de LabHuman, Mariano Alcañiz: “Una disciplina relativamente reciente que intenta investigar cuál es la influencia psicoemocional del espacio en los individuos

Con todo ello, en el caso de que la Neuroarquitectura sea realmente un avance, está muy bien estar al día, para que nuestra labor como arquitectos sea mejor. Y, en el caso de que no fuera para tanto y “solamente” reforzase los conceptos básicos de cualquier buena arquitectura, también sería una gran noticia. ¿Y por qué lo sería? Porque, para empezar, nos ayudaría a presentarnos en sociedad con más claridad, que no es poco. Los arquitectos no hemos sabido conectar con el grueso de la sociedad a la que servimos y desde la neuroarquitecutra nos puede ser más sencillo conseguirlo.

Quizás, con la llegada de este concepto, la Neuroarquitectura, avalado por la Academia de Neurociencias para la Arquitectura (ANFA), termine sucediendo algo parecido a lo que ha ocurrido con la llegada del mindfullness, que, en realidad, no es mucho más que una versión un tanto dulcificada de la meditación tradicional. Eso sí, avalada por la ciencia y con mucho mejor llegada al gran público.

Aun así, los más aguerridos defensores de la meditación de toda la vida, dirán que esto es una perversión del concepto original, mientras que otros defenderán que, aunque haya una bajada del nivel, ahora muchísimas personas que jamás habían tenido interés por la meditación están incorporando el mindfullness en sus vidas y estas están mejorando. Habría que valorar si es mejor algo muy bueno para unos pocos o algo no tan increíble, pero igualmente bueno, para la mayoría.

Aunque a día de hoy el asunto esté todavía un poco verde, en un futuro inmediato puede abrir nuevas vías de trabajo para los arquitectos. Sin ir más lejos, no parece complicado llevar el mundo de la neuroarquitectura a otro también bastante emergente como es el de realidad aumentada. Desde ahí se puede estudiar y analizar nuestro cerebro y llegar a terrenos todavía vírgenes.

Y esto ha sido todo ¡que no es poco!! La idea de este post era tan sólo poder pensar en voz alta con tod@s vosotr@s sobre este tema que, en nuestra opinión, es más importante de lo que puede parecer.

¡Ahora os toca a vosotros contarnos cómo lo veis!

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Autores del post: Stepienybarno _ Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó

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(1) EDIFICIOS CON NEURONAS
Cristina Sáez
(2) LA CASA DE MANTEGNA
Por Santiago de Molina

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2 COMENTARIOS
  1. Antonio Ledezma

    Es un área en la que estoy interesado en aventurarme. Particularmente me gusta utilizar la impresion en 3D para mis trabajos, sin embargo no me ha ido bien con ciertas marcas. Estoy muy atento al próximo lanzamiento de Leon 3D, la Lion 2 cuya fiabilidad parece ser increíble.

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