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¿QUÉ OPINAS DE LOS CONCURSOS DE ARQUITECTURA?

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Una nueva pregunta que planteamos con la intención de generar un buen debate sobre uno de los temas que más nos concierne a nuestra profesión: los concursos de arquitectura. Como bien sabéis, las preguntas están planteadas en nuestro grupo de debate de Facebook y es allí dónde los usuraos del grupo de animan a responder.

Esta vez, tenemos que dar las gracias a Alfonso Mollinedo, Ana Betariz Thierer y, nuevamente,  a Daniel Moyano; como veréis las respuestas no tienen desperdicio.

Ahora, nos encantaría saber vuestra opinión sobre el tema. Allá vamos!!

¿QUÉ OPINAS DE LOS CONCURSOS DE ARQUITECTURA?

RESPUESTA 1 _ Autor: Alfonso Mollinedo (1)

Un concurso es una palabra que está compuesta por múltiplos de esfuerzo, de dedicación, de trabajo en equipo, y llena de gastos pero también de ilusiones, sueños y esperanzas, de forma que “… al poner mi idea en contacto con una materia nueva se produce un nuevo resultado…” [AROMAS_ E.CHILLIDA], dando sentido al tiempo dedicado.

¿Quién no ha pensado en ganar un concurso que le posicione? no hablo de ser el mejor sino de tener la oportunidad para Hacer, de poder investigar y, en esa búsqueda, mejorar como profesional, aún cuando el PEM sea ajustado.

Como decía De La Sota “… ser concursero es ser deportista…”, y yendo un poco más allá, también es  ir sin esponsors y sin dopping.

De esta arriesgada actividad concursera muchos han hecho su digna profesión, otros su estandarte y otros su negocio.

Es un universo mágico, a veces experimental, pero existen cuestiones que me producen desaliento:

Cómo es posible que doscientos proyectos, a media de cuatro paneles por equipo, se resuelva en dos días. ¿Hay seriedad?

Es posible  que  esté dado de antemano. ¿Hay equilibrio?

Es posible que dentro de ese “jurado”  existan equipos en la retaguardia. ¿Hay honradez?

Cómo es posible que se gane un concurso y sean otros los que con otra idea construyan. ¿Hay legalidad y ética?

Aún así, sin transparencia y a sabiendas, concursamos por falta de trabajo, por refuerzo profesional, por ese por si acaso, por… Aunque reconozco que también existen concursos sanos.

Creo que, actualmente, estos concursos masivos no generan la mejor arquitectura.

Me preocupa, que este continuo martilleo tecnológico de representación-concursos-imagen, la arquitectura sólo sea un mecanismo bien dibujado. Creo que se está perdiendo parte de la esencia: una maravillosa idea por una magnífica y engañosa representación, ¿política, estrategia o ignorancia?

Los concursos no forman, pero como concepto es bueno, genera competitividad creativa, es una oportunidad para que los equipos puedan mostrar nuevas ideas. En la praxis se está convirtiendo en máscara. Aún así, no me queda más remedio que creer en la disciplina y la emoción de los concursos. Como decía Le Cobusier “…la arquitectura es una misión que reclama vocación a sus servidores…”.

Un cordial saludo

RESPUESTA 2 _ Autor: Ana Betariz Thierer  (2)

Sobre los concursos de arquitectura pienso que constituyen un gran incentivo para quien diseña, pero especialmente para quien compite a través de eso, valga la redundancia, es decir, para quien utiliza su profesión y se vale de sus conocimientos para jugar competencias, con las consecuentes ansias de ganarlos.

También para quienes solo desean jugarse un desafío a sí mismos; a su nivel de composición arquitectónica, etc. Esto sería una visión muy sencilla, a nivel de la parte humana de los concursos.

Mas allá de eso, tiene toda una historia, y suele ocurrir, aquello que se dice, y creo es cierto en parte, que los concursos, muchas veces se sabe de antemano quién los ganará; es decir, están arreglados, al menos eso sucede frecuéntenle en nuestro país, Argentina. Me refiero, pues habiendo exponentes geniales de la arquitectura, da la casualidad y no la causalidad, de que siempre los mismos arquitectos son los ganadores de los concursos.

Acá sabemos a priori, muchas veces, qué estudio ganará el concurso tal o cual. Y por qué? Porque se terminó la honestidad hace rato; porque no existe el criterio real de dar paso a muchos nuevos profesionales y siempre ganan los mismos, etc.

Y eso no sería lo fundamental del caso. Creo que los concursos sí son un arma para demostrar el poder del poder y querer realizarlos, el poder ganar, el poder competir, pues no todos los arquitectos o grupos de los mismos, están acostumbrados a competir, y sin embargo hay un punto de encuentro con la carrera misma.. El punto en el cual a veces se critican los trabajos de cada alumno por los mismos compañeros, y cada uno trata de sacar lo mejor que tiene; así como de sacarse los ojos, para además ser mas que el otro, y, si es posible, dejarlo bastante atrás, como si fuera una competencia deportiva.

Será que difiero bastante con la idea en sí misma de concursar; es decir, no me atrae competir con tal de ganar. Creo que la competencia es con uno mismo, con aquello que lo hace crecer profesionalmente, mas allá de lo que hagan los demás, la carrera de arquitectura creo , v como otras, es para demostrase a uno mismo lo que puede llegar a hacer y también sus limites.

Así, al menos veo yo a los concursos, un arma eficaz para sentirse más que el otro. Un arma más para aplastar a  prójimo, un arma más también para demostrarnos que podemos si queremos, pero sería mejor concursar con nosotros mismos, con los arquitectos que fuimos un tiempito atrás.

RESPUESTA 3 _ Autor: Daniel Moyano (3)

Sobre este tema se habla mucho, y muy especialmente los chicos de N+1 lo han tocado con su característica ironía aquí, aquí y sobre todo aquí, entre otras entradas.

Lo cierto es que suscribo punto por punto cada uno de los artículos mencionados y diría que poco más se puede añadir a mi postura hacia los concursos. Creo que son un sistema necesario y en principio bien planteado, pero no hay la menor duda de que es muy mejorable.

Querría, sin embargo, destacar un aspecto que por edad y situación me toca especialmente: El acceso a ciertos trabajos por parte de arquitectos con pocos o ningún trabajo previo justificable.

Si bien por un lado puede parecer razonable que se solicite experiencia previa para determinados proyectos y su dirección en obra, es evidente que se genera una brecha, ya que jamás se podrá adquirir dicha experiencia si nunca se puede acceder a ciertos trabajos. Esto me lleva a pensar en el valor de nuestro título: debería ser suficiente garantía de conocimientos para la elaboración de cualquier tipo de proyecto. La realidad es que no lo es, y por eso se pide la conocida «solvencia técnica». Aquí las universidades tienen una enorme responsabilidad.

También la tienen los colegios, que deberían ser garantes de la calidad de los pliegos, de que no se den situaciones abusivas, plazos absurdos, honorarios insostenibles, requisitos dantescos…

Y añadiría un punto a los concursos: Es importantísimo vigilar la calidad del resultado final en relación con el proyecto presentado al concurso. Una vez propuse un sistema de puntos, para técnicos, promotores y constructores, en el que de forma sencilla se estableciera una relación porcentual de fidelidad al proyecto inicial (en lo descriptivo, en lo técnico y en lo económico) de manera que se penalizasen los modificados, los cambios de calidades, los impagos, las formas imposibles de ejecutar con presupuestos insostenibles… y se premiasen los proyectos viables y bien ejecutados, estableciendo periodos de castigo a quien no cumpla los contratos.

Porque ojo, no lo olvidemos, son contratos.

(1) Alfonso Mollinedo: ¿Tres renglones sobre mi? ¡no sé¡ estoy siempre aprendiendo, observando e intentando intuirme …… estudié en Sevilla, obtuve 2ºpremio  D y C del PFC en 1993, soy Master en sostenibilidad y eficiencia energética. Y si queréis saber algo más de mi, el CV está el enlace de linkedin de mi PG-Web. He ganado concursos, he construido y sigo soñando y trabajando. Soy un constructor de ideas de lo que denomino como  arquitectura pensada.

(2) Ana Betariz Thierer: arquitecta , proyectista, documentadora de obra. Acá en argentina arquitecta de todo un poco; mucha lucha, y diseñadora de interiores. No pasamos un buen momento, pero ahora estoy con un trabajo, como es acá, » a prueba» le dicen, o sea un mes y después les cuento.

(3) Daniel Moyano es arquitecto, entre otras cosas. Dirige y edita CCAD, comentarios y conversaciones de arquitectura y diseño, blog en el que reflexiona en voz alta y conversa con otros arquitectos y con quien quiera pasarse a comentar.

* Las preguntas de las próximas semanas, las podéis encontrar en el grupo de Facebook: DEBATE Y REFLEXIÓN ARQUITECTONICA.

* Este artículo ha sido escrito con carácter divulgativo y sin ningún tipo de ánimo de lucro. Así que si te apetece compartirlo en cualquier otro medio, estaremos encantados de que lo hagas siempre y cuando cites el lugar donde lo has encontrado.

Autores de la entrada: Stepienybarno

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* Stepienybarno está formado por Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó y desde mayo del 2009 estamos en la red con  la presente publicación digital (Blog) de arquitectura.

Nuestra actividad se sustenta en tres pilares básicos: la investigación, la publicación y la redacción de proyectos de arquitectura.

A su vez, somos socios cofundadores de SINERGIA SOSTENIBLE y redactores de LA CIUDAD VIVA.

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7 COMENTARIOS
  1. David

    Siempre me ha gustado el texto de A. de la Sota en el que aconseja leer «Al joven que se dedica a la arquitectura», de Frank Lloyd Wright, del que extrae un pedazo en el que se enumeran una serie de consejos dirigidos a los jóvenes arquitectos, entre los que se encuentra el siguiente:
    13. No entren en ninguna competencia arquitectónica en ninguna circunstancia, excepto como novicios. El mismo jurado es selección de mediocridades. Lo primero que hace el jurado es revisar los diseños y descartar los mejores y peores para, como mediocridad, poder juzgar las mediocridades. El resultado neto de todo concurso es una mediocridad por elección de mediocridades.

  2. Gorka Elorza

    Considero que el sistema de concurso para la adjudicación de un trabajo puede ser adecuada. Pero cuando para ese concurso te exigen casi entregar un proyecto completo con infografías realisticas, presupuesto detallado, soluciones constructivas….
    Eso no es un concurso, es un abuso. Todos sabemos que los arquitectos somos vocacionales pero… Alguna vez habéis calculado el importe que nos cuesta preparar un concurso? Se debería regular la exigencia de presentación para evitar regalar nuestro trabajo.

  3. br1

    Tengo que decir que estoy de acuerdo con casi todo lo que se ha dicho aquí, creo que los concursos bien hechos son positivos y efectivamente la manera más democrática de adjudicar una obra. También creo que sería muy positivo para la arquitectura que desapareciera de los concursos la baja de honorarios, un proyecto vale lo que tiene que valer, y al final este criterio es el que se acaba imponiendo, por desgracia, en demasiados concursos. Incluso creo que los concursos se deberían hacer pagando a los equipos participantes, aunque sea algo testimonial (si, ya se que esto es de los mundos de Yupi), pero al final se realizan muchos esfuerzos, tanto económicos como personales para aportar una idea más, ¿por qué no pagar esos esfuerzos?, creo que ese debería ser el fin de todo concurso, tener un gran número de ideas para realizar algo y eso tiene un precio que al final acaba pagando a escote cada participante.
    Lo de la solvencia técnica es otra cosa que no entiendo, esta claro que recien salido de la escuela hay ciertas cosas que no se controlan, pero digo yo que seguramente un recien salido aporte mucha frescura al concurso y será lo suficientemente inteligente para, en caso de ser el afortunado ganador del concurso, rodearse de alguien que las controle.

    Saludos.
    Bruno

  4. MARISA HARO

    He leido con atención las reflexiones de nuestros/as anfitriones/as y los comentarios realizados. Comparto en general las ideas que se expresan. Y, ahora, yo me hago estas preguntas:
    Partiendo de la base de la ilusión desplegada, de la oportunidad que representa, de la limpeza de la pugna, ¿quien comprueba el currículum de los/as miembros de los Jurados? ¿En qué manos (y con qué criterios) se encuentran los equipos, a la hora en que se decida sobre la idoneidad del trabajo? Por supuesto, siempre hay profesionales dentro de la composición de los mismos, pero ¿quien rebate la «docta opinión» de «un figura» fichado para la ocasión, que, puede ser, conoce muy poco el terreno que pisa?.

    Me hago estas preguntas, partiendo de mi experiencia como miembro en varios Jurados. Siempre me ha quedado un cieto «regusto», que me hace reflexionar y que comparto con vosotros/as.

  5. Miguel Rodríguez

    No tengo duda. La solución es que haya mas concursos.

    No solo para las grandes obras sino también para las pequeñas (la pequeña plaza de tu pueblo, la sustitución de ventanas del ayuntamiento, la remodelación del bar de la tercera edad, …). Si todo se sacara a concurso y digo todo, por pequeño que fuera el presupuesto. Cada uno de nosotros tendríamos nuestro pequeño ámbito de actuación y la brecha de calidad entre la buena arquitectura publica (y no me refiero a la espectáculo) y las pequeñas chapuzas que se hacen a dedo no existiría. Dependiendo del tamaño de tu estudio irías a unos concursos o a otros.

    Tenemos talento y se puede usar a todos los niveles, pero, ¿tiene la sociedad la voluntad de usarlo?

  6. Paisaje Transversal

    Desde nuestra plataforma y en colaboración con Rizoma Fundación ETSA Granada y Universidad de Málaga planteamos una manera distinta de enfocar los concurso, de cara al del río Guadalmedina. Actitud crítica, proactiva y ecológica (en cuanto los esfuerzos no se pierden, al plantear una vía paralela de acción que seguirá independientemente al fallo del concurso):

    http://paisajetransversal.blogspot.com/search/label/Guadalmedina

  7. Carlos Cámara

    Este artículo me ha recordado una pequeña reflexión al respecto que hice en mi blog hace un tiempo. En él decía que «Los concursos son los menos malos de los sistemas de adjudicación de encargos», lo cual significa que aunque tienen virtudes también tienen no pocos defectos.

    Entre los defensores de los mismos están quienes dicen que es mejor un concurso que un encargo directo o que sirven para dar oportunidades a jóvenes. Entre los detractores están quienes apuntan a que son en realidad la forma más barata de tener la mejor propuesta posible o que se centran únicamente en la forma, en los nombres o el presupuesto. Que los concursos tienen sus cosas malas y sus cosas buenas, es algo que la mayoría tenemos asumido. Tampoco desvelo nada nuevo si recuerdo que hay muchos tipos de concursos: los hay de ideas y los hay de presupuestos, los hay abiertos o restringidos, los hay de dos vías, los hay remunerados y los hay que no, los hay con inscripción y los hay abiertos, los hay que están vinculados a la ejecución de la obra y los hay que no, los hay transparentes y los hay tan opacos que están dados de antemano… ¿Qué quiero decir con esto? Pues que hay tanta variedad de tipologías de concursos que hablar de «concurso» apenas dice nada, y que por tanto me parece necesario incidir en que no cualquier concurso sirve para cualquier situación. Así pues, no son de recibos determinadas situaciones como la realización de concursos no remunerados para cualquier tipo de obra o reforma por cualquier particular, concursos organizados a bombo y platillo que supuestamente ofrecen grandes oportunidades a los arquitectos a pesar de que el premio en metálico no permite siquiera pagar al equipo participante y tampoco aseguran que los ganadores vayan a ejecutarlo (léase el que están denunciando en estos momentos desde N+1 para la reconstrucción de Lorca» organizado por el CSCAE o el «16 portes», organizado por el ayuntamiento de Barcelona a través de su arquitecto en jefe Vicente Guallart con el apoyo del Colegio de Arquitectos de Cataluña y anunciado a bombo y platillo…) y por tanto los arquitectos no debemos ser tan ingenuos como para pensar que un concurso es la mejor forma de hacer las cosas porque (supuestamente) es la forma más democrática de hacerlas. Nada más lejos de la realidad.

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